Sigo durmiendo en 1m 35cm, en esa misma superficie en la que nos encontrábamos continuamente. Esta vez, a diferencia de las otras me encuentro sola, aburrida de estarlo, intentando conciliar los sueños, esperando que pasen rápido, que amanezca, que abra la persiana y me apetezca desayunar en el terraza pero nada más acabar con el café volver a la habitación, recubrir con nuevas sábanas ese metro treinta y cinco y que nada me recuerde a la noche anterior.
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