Aprendí que los políticos mienten, que el Universo es infinito, y que nosotros somos diminutos, casi ni existimos.

23 abril, 2011

Desde Cangas.

En 1876 Alexander Graham Bell inventa el teléfono y con él la posibilidad de poner en contacto largas distancias. Desde ese momento los esfuerzos del hombre se han concentrado en hacer que esa conexión sea cada vez más inmediata. París, Londres, Hong Kong, se estrechan en milésimas de segundo gracias a la fibra óptica, Internet, las videoconferencias, que nos permiten estar simultáneamente conectados en cualquier lugar del mundo por cables invisibles, de la misma manera que las estrellas están conectadas por líneas imaginarias que forman constelaciones.
Pero por encima de todas ellas, sobrevolando el tiempo y el espacio, están los cordones umbilicales que nos unen a las personas que amamos, como cordones de plata transparentes que pertenecen solamente al reino de lo extrasensorial. Que hacen que algo se revuelva en nosotros cuando sufren o cuando se alegran, como un pálpito, un escalofrío en la piel… Y que nos llevan a hacer cosas maravillosas o terribles simplemente porque estamos conectados.


Te lo he dicho millones de veces pero… ¿Que pasa si lo repito todo una vez más? Y es que… ¿Quién nos diría a nosotras dos precisamente que llegaríamos asta aquí y mucho más? Pero solo hicieron falta tres semanas de un verano inmenso para adivinarlo.
Para saber que la distancia es dura pero que tiene su recompensa; como también el tiempo que pasamos sin vernos y sin vivir nuestro día a día juntas pero desde mi punto de vista pienso que lo que hace que esta amistad sea diferente y mejor es eso; el tiempo y la distancia. Puede que si esto fuera del todo normal nos llegaríamos a cansar la una de la otra, pero así es más divertido. Nos escribimos cartas, nos contamos todo lo que nos pasa del lunes a domingo, intentamos vernos cuando es posible y si no lo es esperamos con impaciencia. Sabemos que aun que algo falle el verano estará siempre ahí para recompensarlo todo. Porque es cuestión de esperar, sólo dos meses y volveremos a estar juntas, a liarla juntas, a sacarnos fotos juntas y sobre todo, a demostrarle a Cangas si hace falta que siempre estaremos juntas, pase lo que pase y sin importarnos los kilómetros que estén entre nosotras.
Te quiero mucho María.


A.


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